domingo, 4 de mayo de 2014

«un laurel pequeñito entre las piedras» -dos poemas de Luz Pichel




NO SE SABE CASI NADA
 A ellas, que saben en el cuerpo de quién es su lugar

La noche dona agua de abundancia,
todo lo deja enlloviznando:
pies la hierba,
cuerpos la estaca de judías,
cabecitas pobres cabecitas el pasamiento
de los astros de la luz a lo neghro.
Parece que quiere saír el sol,
los gatos vanse enjugar
a brincos.

Dos azores se avienen,
averedados,
a ras de las coles del gallinero.
¿Qué tramarán?

Y esa mujer que ghrita ^ en O Souto
como si loca
como local
o como si madre
¿por quién llamará a estas horas?
¿quién le escapó de noche con la hija cativa ^?

Ladran los canes,
¿estoy sola en la casa?




Siempre un ghrito ^ es último, final o derradero. Herradero también, pues grábase nel cuerpo, como en caballo. Pero no es eso lo que se buscaba. Nadie gritó después en esa aldea, nadie ghritó después, nadie allí nunca ghrita nunca allí ya no. Buscar Cativa, buscar póla, buscar pola, buscar mencer. No hay  Cativa allí, no hay risas, no hay póla, no hay pola para un eco ni un albor. Piérdese el vocablo aghochado en una plaga de mimosáceas. Lástima de posibles. Acacia dealbata, bata de aldea cribando harina amarilla de amarillo chillón. Chillón no viene, no será; mimoseira no viene, no se reconoce, dizque el vocablo del clan no es con propiedade. Pero no se perdió, mimoseira, no es vocablo último. No hay que hacer vaticinios oscuros, no. Hay que ghritar, los pueblos.



Cativa ^ es pequeña, bonita, una figura del mencer que rompe, queridiña. Cativa no tiene edade de trabajar, Cativa es mala, desghraciada, ruin, no sirve. Cativasometida, cativapresa. La mujer arrulaba en su dentro una niña cautiva desde lo inmemorial, presa la tenía y bien se ve que sí. 















LO QUE SE VE MIRANDO

Miro a ver qué se ve
por el postigo de la puerta de las marionetas.
A ver qué se escucha.

Y vence las nueces en el nogal,
la hierba en el prado
la tapa del pozo neghro a ras del suelo
la risa que no para de Cativa
una planta silvestre
Cativa toda sucia
una maravilla la raíz en las aghuas negras
las risa retornada de Cativa
Cativa requemada del sol
una maravilla de color naranja a la vera del pozo negro
la risa
un laurel pequeñito  entre las piedras
Cativa
una malva escapada de la guadaña
buena para dormir
la risa de Cativa
Cativa sobra la tapa del pozo negro
Un caballo al galope por el cielo adelante
camino del Findaterra.
Cativa toda sucia requemada del sol
la risa suya
Cativa                        que mátase con la risa mirando brincar
una gallina descabezada.

Paréceme que todo queda puesto en su sitio,


ya me puedo marchar.


De Cativa en su lughar/ casa pechada (Diminutos salvamentos, Madrid, 2013)




Luz Pichel


Luz Pichel (Alén, 1947) es licenciada en Filología Románica y responsable del Centro de Estudios de la Poesía de la Universidad Popular José Hierro de San Sebastián de los Reyes. Su obra poética, de gran calidad y originalidad, ha sido reconocida por importantes premios literarios. Es autora de los libros: El pájaro mudo (Ediciones La Palma, 1990; I Premio “Ciudad de Santa Cruz de la Palma”); La marca de los potros (Diputación de Huelva, 2004; XXIV Premio hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez); Casa Pechada (Fundación Casa Galicia, 2006, XXVI Premio Esquío de Poesía); y El pájaro mudo y otros poemas (Universidad Popular José Hierro, 2004), que reúne la reedición de su primer poemario junto a nuevos trabajos como Ángulo de la niebla, Cartas de la mujer insomne y Hablo con quien quiero. 

Más poemas, aquí.